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Cecilia Casado

A partir de los 50

Autoestima

autoestima

“Autoestima: aprecio o consideración que uno tiene de sí mismo”. Si pongo la definición oficial del concepto es más que nada para poner freno a quienes empezarán a buscarle tres pies al gato con interpretaciones personales y subjetivas. Tomemos un punto de partida común y así todo será más fácil.

La gran paradoja con la autoestima estriba en que, a pesar de tratarse de lo que uno piense de sí mismo, está determinada en su mayor parte en origen por la influencia de otras personas, principalmente nuestros padres y el entorno de la infancia. Hablar de los niños faltos del cariño materno –más determinante que el paterno para ciertos mimbres psicológicos y emocionales- es el lugar común para sentar las bases de una baja autoestima. Es blanco y en botella de cristal.

De pequeña –y no tan pequeña- mi padre siempre me decía: “hija mía, la suerte de la fea la guapa la desea” y me obligaba a considerarme una niña nada bonita a la vez que espoleaba mi ingenio y la simpatía dándome pistas para agradar a los demás. Así que crecí convencida de que tenía que ganarme el aprecio ajeno pagando el precio de ser la simpática o la payasa del grupo.

Para compensar –o terminar de desestabilizar el asunto- mi madre me hizo creer hasta bien mayor (como quien dice hasta dos días antes de casarme), que la naturaleza me había dotado de un mal carácter que difícilmente ningún hombre o marido soportaría de buen grado y que tendría que domeñar “por las buenas o por las malas”.

Resumiendo: fea y antipática. ¿Cuántos años y lágrimas tuvieron que mezclarse hasta que pude comprender que los dictámenes de mis padres no eran sino proyecciones de sus propios complejos o carencias? Mi padre fue un hombre poco agraciado físicamente y mi madre ha hecho toda su vida gala de un carácter peculiar. Blanco y en botella otra vez.

¿Cómo he conseguido apuntalar mi autoestima en todos los lustros que conforman mi desmochada biografía? ¿Cuál fue el momento exacto en que tuve la “revelación” de que ni era fea ni tenía mal carácter tal y como me aseguraban desde el libro de familia? Porque “fuera”, entre mis amigas, en el colegio, en la vida que se me ofrecía en la calle, era la típica chica “popular”, simpática, con un gran grupo de amistades, divertida y rodeada de jóvenes de mi edad que jamás me hicieron sentir marginada en ningún aspecto. Mi primer novio lo tuve a los quince y desde entonces hasta ahora no ha habido quien me llamara fea… ni antipática.

a-partir-de-los-50Son muchas horas de “espejo”, de mirarse a una misma, de analizar sin manga ancha, de observar cómo nos tratan los demás o como propiciamos que nos traten y llegar a las primeras conclusiones racionales, esas que de repente nos aportan una luz especial bajo cuyo foco podemos darnos cuenta de quienes somos realmente…independientemente de cómo creemos que nos ven los demás.

Cuando alguien me dice –como si fuera un halago- que tengo la autoestima en el sitio que le corresponde me doy cuenta de que todavía me queda camino por recorrer en ese sentido. Si “parezco” algo…seguramente no lo seré en mi esencia, porque es absolutamente imposible captar desde fuera lo que un ser humano guarda en el fondo de su ser.

a-partir-de-los-50-2Todo son capas de maquillaje o absurdos ropajes sociales que nos ayudan a aparentar lo que nos gustaría ser y tanto nos cuesta, volviendo una y otra vez a la paradoja de quien aparenta tener un “carácter fuerte” para enmascarar la debilidad de espíritu o una sensibilidad extrema. Al igual que tantas sonrisas de oreja a oreja y tantas palabras de alabanza ocultan miserias y rabias internas que se estrangulan entre sí ante la impotencia de liberarse de ellas.

Mi autoestima no se mueve (apenas) de su sitio aunque alguien me desdeñe o me ignore porque soy consciente de que lo que me convierte en un ser humano completo no depende de lo que opinen los demás de mí…sino de lo que opine yo de mí misma. Que parece una verdad de Perogrullo pero hay que recalcarlo muchas veces ya que seguimos cometiendo el error de dar un valor vacío a lo que somos realmente y llenamos de contenido los desprecios y desdenes ajenos sintiéndonos “culpables” por persona interpuesta. Nos equivocamos, y cómo duele, pero de eso no podemos echarle la culpa a nadie…

Felices los felices.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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