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Carlos Rilova

El correo de la historia

Galería de retratos históricos. Bernardo de Gálvez y otros (1780-2018)

Por Carlos Rilova Jericó

ferrerycafranga_-portadaNo es la primera vez que Bernardo de Gálvez, el general Gálvez, aparece en las páginas del correo de la Historia. Si hoy, víspera de Navidad, vuelve, es porque dos personas al menos -una de ellas mi padre- me recordaron su existencia y las razones por las que no ha sido olvidado -en cierto modo- dos siglos después de su muerte.

Una de esas razones, en concreto, es que el 2 de diciembre de 2018 el diario ABC recordaba algunos detalles sobre este general que participó en la Guerra de Independencia de Estados Unidos. Por ejemplo, que hubo quien (como la ferrolana Teresa Valcarce), en 2014, se preocupó de que finalmente su retrato llegase a las paredes del Congreso de Estados Unidos reservadas para recordar a los héroes extranjeros que ayudaron a que, la que hoy es primera potencia occidental, se convirtiera en un país independiente del naciente Imperio británico, en el año 1783.

No quisiera pecar de excesivo optimismo, pero noticias como esas parecen indicar que, poco a poco, vamos recuperando el retraso que por estas latitudes cispirenaicas llevamos con respecto al manejo y buena administración de la propia Historia.

Con ese acto de 2014 se consiguió, hasta cierto punto, claro está, culminar una lenta -y algo espasmódica- labor que es el producto de años de trabajo de muchos investigadores -y algunos escritores- que decidieron no dejar pasar de largo ese relevante hecho histórico.

Es decir, el de cómo la extensa monarquía imperial española facilitó, de manera decisiva, que la actual primera potencia del hemisferio occidental, se convirtiera en una nación independiente.

A ese respecto, la lista es verdaderamente larga. Se pueden citar exposiciones como “La Majestad de España” o bien obras como la de Carmen de Reparaz sobre Bernardo de Gálvez o la de Gonzalo M. Quintero Saravia. Esta última, además, publicada en inglés en primer lugar, alcanzando así directamente al público anglosajón que, hasta ahora al menos, seguía barajando tópicos de bajo perfil sobre esa parte de su pasado. En gran medida a causa de que los principales interesados -es decir, los descendientes políticos de Bernardo de Gálvez- no han hecho demasiado por evitarlo. Al menos hasta fechas muy recientes.

Esos esfuerzos y sus resultados pueden parecer escasos y tardíos. Incluso, en un ambiente tan desestructurado como el de la actual opinión pública española -fruto de una devastación intelectual más que notable durante cerca de ocho décadas- podrían  acabar siendo considerados tan sólo eso que algunos llamarían “una frikada”. Es decir, un esfuerzo propio de nostálgicos trasnochados y con una ejecutoria política sospechosamente azulada.

Esas circunstancias, sin embargo, hacen aún más notable lo conseguido. Sobre todo si realmente es -y lo vemos- como un paso más desde un auténtico erial intelectual hacia una política cultural estructurada y decidida, al fin, a crear una sólida base común. Una por encima de cuestiones partidistas -un tanto absurdas- que socavan hasta el mínimo consenso, imprescindible para mantener una sociedad cohesionada.

España no ha sido un terreno fértil para eso. Endosa, en efecto, un retraso abismal en estas cuestiones. Basta, por ejemplo, con comparar la situación que vivía en el año 1936 con lo que sabemos de la Gran Bretaña de esa misma fecha a través de películas como “Lloyd´s de Londres”, que ahora son ya un verdadero documento histórico más que ficción cinematográfica.

En esa película un agente comercial de esta hoy célebre firma de seguros -célebre precisamente gracias a esa clase de películas- daba a lo largo de todo el metraje una verdadera lección de sentido histórico y cohesión patriótica, mostrando cómo esa empresa -Lloyd´s- había hecho lo indecible para que el almirante Nelson lograse su gran victoria de Trafalgar. Una que la película, con la inestimable ayuda del historiador oficial de esa compañía de seguros -tal y como indicaban los créditos iniciales de “Lloyd´s de Londres”- demostraba como fundamental para que Gran Bretaña se hubiera consolidado como el sólido país que era en 1936, a las puertas de uno de los mayores desafíos que tendría que afrontar en su ya larga Historia.

Esa buena base -que duda cabe- ha faltado, durante casi el mismo tiempo, en el país del que emergió en su día Bernardo de Gálvez.

Pero por esa misma razón, por la ausencia de una base tan sólida, como decía, cualquier esfuerzo coronado por el éxito, aunque sea relativo -como puede serlo el colgar, al fin, un retrato de ese general en el Congreso de Estados Unidos- puede verse, desde un optimismo relativamente bien informado, como un avance sustancial.

Evidentemente aún es mucho el camino por recorrer. Lo sé bien, personalmente. La segunda persona que me habló de la cuestión de Gálvez lo hizo este jueves 20 después de que yo diera una pequeña disertación sobre alguien ya casi habitual en estas páginas. No otro que el astrónomo pasaitarra José Joaquín de Ferrer y Cafranga que también jugó un papel, fundamental, en la consolidación de la nueva república norteamericana. Aunque en su caso como científico de alto nivel, no como militar.

Ese libro, editado por Kutxa Fundazioa y el Instituto dr. Camino, que había dado pie a esa disertación -y que quedó presentado públicamente en ese acto- como el retrato de Gálvez también viene a colmar un vacío historiográfico que ha durado -nada más y nada menos- que los años que van de 1858 a este de 2018 que ahora acaba.

Más de un siglo y medio, en el que nada nuevo se ha escrito sobre ese influyente astrónomo desde que Antonio Alcalá Galiano pusiera punto final a la biografía que Joaquín María de Ferrer -hermano del astrónomo- le encargó escribir para que los notables logros de éste no se perdieran en la nada.

Si consideramos que esa nueva biografía -que yo presentaba este jueves pasado- apenas da para sumar con ella doce títulos distintos sobre la Historia de la Ciencia en la España del siglo XIX, quizás parezca un logro muy pequeño. Pero en realidad es un gran paso. Y lo es por la misma razón por la que también es un gran paso hacer que, al fin, Bernardo de Gálvez estuviese en las paredes del Congreso de Estados Unidos.

Es decir, porque eso, ese libro, esa biografía de uno de los astrónomos más influyentes del siglo XIX, se ha hecho desde un país que lleva 80 años de retraso con respecto a otros que, como Gran Bretaña, daban lustre y esplendor a su propia Historia con producciones como “Lloyd´s de Londres” en las mismas fechas en las que el país natal de Bernardo de Gálvez -y de muchos otros como José Joaquín de Ferrer- estaba a punto de destrozarse en una nueva guerra civil. Acaso la más devastadora, por sus consecuencias, de las tres que había sufrido desde el siglo XIX…

Así, aunque sea con ochenta años de retraso -o más- parece, o va pareciendo, que el país que dio origen a Bernardo de Gálvez o a José Joaquín de Ferrer entre muchos otros personajes notables -sin los que el Mundo actual no se comprende o se comprende mal- empieza a normalizarse. A ponerse en pie, otra vez, entre los países avanzados en los que, indudablemente, estaba en 1782 o en 1810. En los tiempos del general Gálvez, en los días del eminente astrónomo José Joaquín de Ferrer…

 

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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