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Asier Manrique

El fotograma

'Drácula, la leyenda jamás contada', de Vlad el Empalador a Drácula

DRÁCULA, LA LEYENDA JAMÁS CONTADA

Título original: Dracula Untold

Año: 2014

Duración: 92 minutos

País: Estados Unidos

Director: Gary Shore

Guion: Matt Sazama y Burk Sharpless

Música: Ramin Djawadi

Fotografía: John Schwartzman

Reparto: Luke Evans, Sarah Gadon, Dominic Cooper, Art Parkinson, Charles Dance, Charlie Cox, William Houston, Ferdinand Kingsley, Noah Huntley, Paul Kaye, Zach McGowan, Ronan Vibert, Diarmaid Murtagh, Thos Kristjansson y Joseph Long

Productora: Universal Pictures / Legendary Entertainment

Género: Terror / Drama

Si hay un personaje de ficción llevado al cine en multitud de ocasiones, ése es Drácula. En 1897 un irlandés llamado Bram Stoker escribió uno de los libros más famosos de la historia y, con permiso de la Biblia, el más adaptado al cine. Se han rodado filmes de toda clase y condición pero en la mente de todos están los Drácula de Béla Lugosi, Christopher Lee y Gary Oldman, los actores que mejor han sabido interpretar a este atormentado y terrorífico personaje transilvano. ‘Drácula, la leyenda jamás contada’ nos traslada a los orígenes del personaje, a ese Vlad Tepes, Vlad el Empalador, en el que se inspiró Stoker para crear a Drácula.

Una historia original sobre Vlad Tepes o Vlad el Empalador, el príncipe rumano en el que se inspiró Bram Stoker para escribir su célebre novela (1897) y crear al vampiro más famoso de todos los tiempos. La película narra la trágica vida de Vlad, qué dilemas tuvo que afrontar y cómo se convirtió en un vampiro. (FilmAffinity)

La película tiene un protagonista claro, Luke Evans. El actor británico da vida al príncipe Vlad y consigue convencer con su trabajo. Nos transmite el dolor que siente un padre al tener que desprenderse de un hijo o la necesidad de buscar la forma de defender a su pueblo. Su actuación, eso sí, no está a la altura de los Lugosi, Lee y, mucho menos, de Oldman, que cautivó al público con una soberbia interpretación en ‘Drácula de Bram Stoker’, dirigida por Francis Ford Coppola. Evans se ha convertido en uno de los referentes del cine actual, apareciendo en producciones como ‘El hobbit’.

Sarah Gadon (‘Un método peligroso’), como Mirena, esposa de Vlad; Dominic Cooper (‘Mamma Mia!’), como Mehmed II, y el joven Art Parkinson (‘Juego de tronos’), como Ingeras, hijo de Vlad, cumplen su papel, sin pena ni gloria. Ninguno de ellos tiene un rol donde lucirse, todo hay que decirlo, y probablemente es Parkinson el que mejor provecho saca de sus minutos en pantalla, demostrando bastante más que en ‘Juego de Tronos’, donde apenas tiene protagonismo como Rickon Stark.

Es un secundario de lujo como Charles Dance el que consigue robar algo de protagonismo a Luke Evans. El veterano actor inglés, de moda por interpretar a Tywin Lannister en ‘Juego de tronos’, es aquí un antiguo vampiro. El maquillaje consigue que el espectador no consiga ver a Dance en ese Vampiro Maestro, pero su buen trabajo como actor, más que demostrado en televisión, se deja ver de nuevo aquí. Su personaje goza de esa solemnidad y tormento necesarios para que resulte creíble, sin caer en la caricatura que hubiese resultado en manos de otro actor cualquiera. Me quedo con una frase que pronuncia dos veces durante la película y con la que emula a un mítico villano de película, Jigsaw (‘Saw’): “Que empiece el juego”.

Del director, Gary Shore, no puedo comentar nada. Debuta con este trabajo, por lo que no es posible comparar su trabajo aquí con proyectos previos. Su dirección del filme es correcto. Peca de convertirlo en una película de superhéroes, más propia de Marvel que de un clásico de la literatura como Drácula. También la estética de las escenas finales, tras el combate con los turcos, es más propia de videoclips que de películas al uso.

El filme trata por todos los medios de convertir a Vlad Tepes en un héroe, en Rumania está considerado como tal, pero lo cierto es que sus métodos distan mucho de los de un héroe. Pero este aspecto es una tónica habitual en las películas sobre Drácula, convertido por el séptimo arte en un galán, un aristócrata o un todo un romántico. Una pena no aprovechar sus muchas virtudes como antihéroe, bajo mi punto de vista, enriquecería mucho más al personaje.

Los productores del filme plantean esta película como un posible comienzo de una saga de películas sobre monstruos, donde el Vampiro Maestro de Charles Dance podría ser una constante, algo así como Nick Furia (Samuel L. Jackson) en las películas de ‘Los Vengadores’. Claramente se ha planteado esta película como el primer paso para un universo mayor, donde podremos ver de nuevo en pantalla a personajes emblemáticos como Frankenstein. El final del filme, no obstante, ya nos da cuenta de que una secuela es más que probable, esta vez sí, centrándose en el libro de Bram Stoker y no en las leyendas sobre el personaje.

Además de ser todo un derroche de efectos especiales, muy lejos de la atmósfera artesanal con la que Coppola llevó al cine a Drácula a principios de los 90, la película flojea en un guion donde la carga emotiva y los giros en el argumento brillan por su ausencia. Es una película totalmente palomitera, para acercarse al cine y pasar un buen rato, pero no nos ofrece algo distinto como otras películas de vampiros como ‘Drácula de Bram Stoker’, de Coppola, y ‘Entrevista con el vampiro’, de Neil Jordan, ambas siendo las últimas grandes obras de las películas sobre vampiros.

Como no fui con otra pretensión al cine que pasar un rato divertido, puntúo a ‘Drácula, la leyenda jamás contada’ con un 6 sobre 10. Cierro esta reseña sobre con el deseo de que su secuela, a no ser que resulte un fracaso en taquilla, algo poco probable pues ha sido la película más taquillera durante la última Fiesta del Cine, mejore el producto original.

 

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